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miércoles, 30 de julio de 2025

RELACIONES EXISTENTES ENTRE LAS COLUMNAS DE LA FUERZA Y DE LA BELLEZA CON EL PRIMER VIGILANTE

 

Este es el tercer trabajo de cinco, donde pretendo, desde una profundidad académica y bibliográficamente documentada, hacer claridad sobre las relaciones existentes entre las tres luces -sabiduría, fuerza y belleza- con los Dignatarios del Taller -venerable maestro, primer vigilante y segundo vigilante- como también con los órdenes arquitectónicos clásicos -jónico, dórico y corintio. 

La arquitectura sagrada del templo masónico no es arbitraria, sino expresión visible de una cosmogonía interior. Las columnas que lo sostienen –sabiduría, fuerza y belleza– son principios vivos, energías que conforman y equilibran el trabajo del alma en construcción. En medio de esta tríada simbólica, el primer vigilante, sentado en el occidente, se erige como el guardián del tránsito entre la luz del oriente y la experiencia del mundo. A él se le asocia, tradicionalmente, la columna de la fuerza; pero su función, más profunda, también se entreteje con la belleza, pues esta no puede manifestarse sin la dirección de una fuerza interiormente cultivada.

La fuerza que representa el primer vigilante no es la rudeza ni la imposición, sino aquella potencia del alma que ha sido encauzada mediante la educación moral y el rigor iniciático. Es la capacidad de sostenerse erguido ante el caos, de resistir las pasiones, de actuar con firmeza sin perder la dirección. Walter Leslie Wilmshurst[1] lo expresa con claridad al afirmar: “La fuerza no debe entenderse como violencia, sino como esa cualidad del alma que permanece firme ante las pruebas del sendero iniciático” -El Significado de la Masonería-. el primer vigilante, como columna de la fuerza, sentado en el occidente, simboliza ese pilar interior que permite que el templo no se derrumbe ante las tormentas del mundo profano.

Sin embargo, esta fuerza, sin la mediación de la belleza, puede convertirse en dureza, en rigidez, en ceguera de propósito. Aquí es donde emerge la conexión profunda entre el primer vigilante y la columna de la belleza, tradicionalmente asociada al segundo vigilante. Si bien no le corresponde custodiarla directamente, su acción debe sostenerla. La belleza es la manifestación armónica de lo que la fuerza ha posibilitado. Jules Boucher[2] indica: "El primer vigilante, situado en occidente, es el guardián de la columna de la fuerza, principio activo y riguroso que sostiene el edificio como la voluntad sostiene el alma en el esfuerzo hacia la luz." -El Simbolismo Masónico-. Así, el primer vigilante no crea la belleza, pero la hace posible.

Desde esta perspectiva, el primer vigilante se convierte en el mediador entre el impulso y la forma, entre la voluntad y la estética, entre el ideal y su realización visible. Oswald Wirth[3] señala que “la columna de la fuerza está en relación directa con la voluntad dirigida por la razón” -El simbolismo hermético-, y añade que sin la armonía que representa la belleza, esa voluntad puede volverse ciega. En el plano simbólico, el primer vigilante convierte en obra terminada el trabajo del segundo vigilante que es el labrador de la piedra en bruto con el aprendiz. No se trata de etapas separadas, sino de momentos complementarios de una misma alquimia del alma.

El lugar del primer vigilante en el occidente no es fortuito: allí se pone el sol, símbolo de la madurez de la conciencia, del juicio que evalúa lo que ha sido construido durante el día. Es el lugar del discernimiento, de la vigilancia moral, del control del trabajo. René Guénon[4], en Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada, sugiere la columna del primer vigilante, representa “la fuerza estabilizadora en el plano de la manifestación”. Esta estabilidad no puede entenderse sin el equilibrio que proporciona la belleza. La relación, entonces, no es jerárquica, sino circular: la fuerza permite que surja la belleza, y la belleza da sentido, forma y propósito a la fuerza.

Albert G. Mackey[5] también observa esta interdependencia al decir: “Mientras la Fuerza sustenta y la Sabiduría dirige, la Belleza adorna. Sin embargo, el adorno no puede perdurar a menos que la Fuerza lo sostenga.” -Enciclopedia de la Francmasonería-. De este modo, el primer vigilante no sólo dirige el trabajo del compañero, sino que lo orienta, desde la columna de la fuerza hacia una armonía futura, aún no visible, pero ya latente en la disciplina y el orden que impone.

Finalmente, el primer vigilante no debe entender su oficio como mera función administrativa. Su papel es profundamente espiritual: representa el tránsito entre el poder bruto y la forma elevada, entre la voluntad de construir y la visión de lo que debe construirse. Su fuerza es camino hacia la belleza. Su vigilancia no es control, sino iluminación del trabajo. Él mismo, como oficial y como símbolo, se encuentra en constante transformación, porque en el sendero iniciático la fuerza verdadera no se impone, sino que se transfigura.

Así, las columnas de la belleza y de la fuerza no se encuentran separadas en el trabajo del primer vigilante. Son los dos pilares que sustentan su acción: la firmeza que no cede ante el error y la armonía que se anticipa en la disciplina. Él no sólo guarda una columna: se convierte él mismo en columna viviente del templo.

Al contemplar la columna del occidente, donde el primer vigilante se yergue como centinela entre el crepúsculo y la luz que declina; su presencia, austera pero firme, me ha enseñado que su columna no es otra que la de la fuerza, pero no una fuerza exterior, sino aquella que se cultiva dentro: la fuerza que impide claudicar en medio de la confusión, que llama al orden cuando las pasiones desbordan la razón, que mantiene erguida la piedra aún inacabada mientras se prepara para recibir la belleza.

He comprendido que, aunque pueda colaborar con la belleza -y en cierto modo anticiparla-, su verdadera misión está íntimamente unida a la columna de la fuerza. Es esa columna la que sostiene su palabra, su autoridad y su deber de vigilar el trabajo en sus segundas etapas. La belleza necesita de la fuerza, pero la fuerza no puede olvidarse de sí misma ni diluirse en la forma antes de estar plenamente forjada.

Por eso, cuando observo al primer vigilante en su sitial, lo reconozco como un espejo de lo que yo mismo debo conquistar: una firmeza sin dureza, una vigilancia sin tiranía, una fuerza interior que permita al alma mantenerse en pie mientras transita el sendero iniciático. Él es el guardián de occidente, por tanto, el custodio del carácter, de la constancia y de la edificación sólida. su relación con la belleza es la del sembrador con la flor: sin su trabajo oculto, no hay flor visible; pero la flor no es suya, sino de aquel que supo sembrar con fuerza, con disciplina y con fe en la armonía que vendrá.

Así entiendo hoy al primer vigilante: servidor de la fuerza, prefigurador de la Belleza, constructor del equilibrio.

 

Citas de autores masónicos sobre la Columna de la Fuerza y el Primer Vigilante

1. W.L. Wilmshurst: – El significado de la masonería, capítulo sobre los Oficiales de la Logia.

  “La Fuerza no debe entenderse como violencia, sino como esa cualidad del alma que permanece firme ante las pruebas del sendero iniciático; y el Vigilante que la custodia es el instructor del alma en esta disciplina.”

2. Oswald Wirth: – El simbolismo masónico, capítulo sobre los Vigilantes.

“La Columna de la Fuerza está en relación directa con la voluntad dirigida por la razón; el Primer Vigilante representa esta voluntad ya formada que se aplica al mundo exterior.”

3. Jules Boucher: – El Simbolismo Masónico, sección sobre las Columnas.

“La Columna B y su correspondiente Vigilante son la manifestación terrestre de una fuerza espiritual que sostiene el Templo; la vigilancia consiste en canalizar esa fuerza para el uso moral del iniciado.”

4. René Guénon: – Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada, entrada sobre las columnas del Templo.

“B representa la fuerza estabilizadora en el plano de la manifestación; el Primer Vigilante, en su función, guarda este principio en su expresión humana: la rectitud en la acción.”

5. Jean-Marie Ragon: – Curso Filosófico e Interpretativo de Iniciaciones Antiguas y Modernas.

 “El Primer Vigilante simboliza el poder moderado por la sabiduría; se encuentra al occidente para recordar al iniciado que el sol se oculta tras la fuerza, no para extinguirla, sino para transmutarla en nueva luz.”

6. Albert G. Mackey: – Enciclopedia de la Francmasonería, entrada sobre "Primer Vigilante".

“El Vigilante Mayor representa la columna de la Fuerza, y desde esta posición simbólica ayuda a preservar el orden y dirige las labores del día.”

7. Manly P. Hall: – Las Enseñanzas Secretas de Todas las Épocas, sección sobre arquitectura simbólica.

“Entre los pilares de la Sabiduría y la Fuerza se encuentra el equilibrio del alma. El Guardián Mayor es el guardián de la Fuerza, no para dominar, sino para apoyar.”

 

Citas de autores masónicos sobre la relación entre la Columna de la Belleza y el Primer Vigilante

1. Oswald Wirth:El simbolismo masónico, capítulo sobre los tres pilares.

“Fuerza y Belleza no pueden oponerse sin destruir el equilibrio del Templo. El Primer Vigilante, como columna de B, actúa en armonía con la Belleza que ha de manifestarse en la construcción espiritual.”

2. Jules Boucher:  El Simbolismo Masónico, sección sobre el simbolismo de los grados.

 “La Belleza no surge sin el temple previo de la Fuerza. El Primer Vigilante, al dirigir la piedra en bruto, anticipa la Belleza que el Segundo Vigilante desarrollará. Son funciones complementarias en la edificación del ser.”

3. W.L. Wilmshurst: – El Significado de La Masonería, capítulo sobre las columnas.

“El Primer Vigilante guía el principio activo de la voluntad, pero este debe encontrar su forma en la Belleza. Sin tal forma, la Fuerza carece de sentido. Así se revela que toda estructura espiritual es también obra de arte.”

4. Albert G. Mackey: – Enciclopedia de la Francmasonería, entrada sobre “Belleza”.

  “Mientras la Fuerza sustenta y la Sabiduría dirige, la Belleza adorna. Sin embargo, el adorno no puede perdurar a menos que la Fuerza lo sostenga. El Primer Vigilante sostiene la estructura que la Belleza completará.”

5. Manly P. Hall: – Las Enseñanzas Secretas de Todas las Épocas, sección sobre arquitectura masónica.

“Los tres pilares son tres aspectos de una misma verdad. El Primer Vigilante debe velar por que la Fuerza se exprese con gracia; de lo contrario, el templo carece de alma. El arte del constructor comienza con la fuerza y ​​termina con la belleza.”

6. René Guénon: – Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada, entrada sobre los principios ternarios.

 “En toda cosmogonía tradicional, la fuerza generadora necesita de un molde que le dé forma armoniosa. Tal es la relación entre la Fuerza del Primer Vigilante y la Belleza que culmina la obra.”

7. Jean-Marie Ragon: – Curso filosófico e interpretativo de las iniciaciones antiguas y modernas, sección sobre los Oficiales de Logia.

“La Belleza no es mero adorno sino expresión visible del equilibrio interno. El Primer Vigilante, si bien no la representa directamente, prepara las condiciones para que esta se manifieste.”

 

Reflexión final

El primer vigilante es más que un vigilante de la fuerza: es un mediador entre la potencia y la forma, entre el impulso de construir y la armonía del resultado. Así, la columna de la belleza, aunque presidida por el segundo vigilante, resplandece en el trabajo que el primer vigilante guía, pues sin estructura no hay armonía, y sin armonía no hay perfección iniciática.



[1] Walter Leslie Wilmshurst (22 de junio de 1867 - 10 de julio de 1939). fue un autor inglés y masón. Publicó cuatro libros sobre la masonería inglesa y muchos artículos en La Revista de lo Oculto. Libros: El significado de la masonería (1922), La ceremonia de iniciación (1932), La ceremonia del fallecimiento, Notas sobre la Conciencia Cósmica y Iniciación Masónica (1924).

[2] Jules Eugène Boucher​ ​ (28 de febrero de 1902-9 de junio de 1955), fue un escritor, ocultista, alquimista, masón y gran maestro francés.​ Su libro El Símbolo Masónico es utilizado como un manual entre los masones franceses.​Boucher publicó varios artículos sobre alquimia y masonería en las revistas: Simbolismo, tu Felicidad e Iniciación y Ciencia.

[3]  Oswald Wirth. (5 de agosto de 1860, Brienz, Suiza - 9 de marzo de 1943) Gran conocedor de las tradiciones antiguas, escribió varias obras que han llegado a nuestros días como auténticos clásicos del mundo iniciático y el simbolismo, como los famosos manuales de Aprendiz, Compañero y Maestro, El ideal iniciático, El simbolismo astrológico, El simbolismo hermético y su relación con la alquimia y la francmasonería, Hermetismo y francmasonería, La imposición de las manos, Tarot y el arte de la memoria y Teoría y símbolos de la filosofía hermética. También es autor del conocido como «Tarot de Wirth», uno de los más ampliamente difundidos en todo el mundo

[4] René Guénon o Abd al-Wâhid Yahyâ (15 de nov. de 1886 -7 de ene. de 1951) fue un matemático, masón, filósofo y esoterista francés Es conocido por sus publicaciones de carácter filosófico espiritual y su esfuerzo en pro de la conservación y divulgación de las tradiciones espirituales. Fue un intelectual que sigue siendo una figura influyente en el dominio de la metafísica. Obras Masónicas: El Simbolismo de la Cruz, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, La Gran Tríada, Autoridad Espiritual y Poder Temporal

[5] Albert Gallatin Mackey (12 de marzo de 1807-20 de junio de 1881) fue un médico y escritor estadounidense, conocido por sus libros y artículos acerca de la francmasonería, en particular por los landmarks. Albert G. Mackey es conocido por su prolífica obra sobre masonería, destacándose por su análisis profundo del simbolismo, la historia y la ley masónica. Entre sus obras más importantes se encuentran: El Simbolismo de la Masonería, Léxico de la masonería, Enciclopedia de la Francmasonería y Manual de la Logia (Un manual que ofrece instrucciones para los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, así como ceremonias como instalaciones y dedicaciones).


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