Buscar este blog

domingo, 4 de julio de 2010

LA MARCHA DEL APRENDIZ




Es indudable, que todo movimiento que se inicia, por los propios medios de que dispone el hombre para trasladarse de un lugar a otro, debe ejecutarse en determinado orden, de una manera firme y segura.
Los seres racionales, deben sujetarse a un sistema de procedimientos adecuados a sus usos y costumbres, con el fin de no detener o interrumpir su marcha, por la senda del bienestar y del progreso humano.
La marcha del hombre, a través de la etapa de su existencia y de su vida, forzosamente debe afrontar situaciones adversas, sin temer a las argucias, que puedan influir en su conciencia, generando en el, el deseo de detenerse o de retroceder, abandonando su propósito y suspendiendo la ejecución de sus obras, que lo pueden conducir al peor y seguro fracaso antes de llegar a su objetivo.
El origen, la etimología y la interpretación, de lo que en verdad significa la palabra marcha, que viene del latín «marchia», del italiano «marchaire» y del francés «marcher», voces que en el sentido propio, significan ir adelante; marcar los pasos; iniciar una marcha hacia cualquier lugar, etc. Cualquiera que sea la finalidad del ritual de la marcha, consiste en aprovechar el tiempo en hacer o lograr algo mas, mientras se camina hacia algún punto determinado.
En masonería, la marcha del aprendiz masón data cuando menos, desde el siglo x, época en que hicieron su aparición los masones activos o albañiles del gremio de los obreros, que trabajaban a base de cal y canto; su interpretación y enseñanzas simbólicas, contienen un vasto campo en lo moral, espiritual e intelectual, que definen prácticamente la conducta del hombre durante su vida. Por lo tanto, esa marcha está constituida por la disposición que se le da a la serie de pasos, por medio de los cuales se penetra, desde las columnas del templo, hasta alcanzar el ara.
Esta marcha tiene sus variaciones, según la cámara en que se trabaja, así también en lo que respecta a los diferentes ritos aceptados por la masonería universal.
Sabemos que la marcha del aprendiz masón en el rito de york, se inicia cerca de la columna b del templo, es decir desde occidente. El aprendiz, estando en la posición al orden, inicia su marcha marcando los tres pasos reglamentarios, colocando los pies en forma de escuadra, para avanzar de esa manera hasta la altura del ara, para saludar a las 3 luces de la logia, esta marcha se ejecuta manteniendo siempre el signo penal.
La referida marcha consiste en el acto de colocarse entre columnas, para dar tres pasos hacia delante, hasta alcanzar el ara, marcando al mismo tiempo las tres escuadras antes descritas, a este hecho es a los que propiamente le llamamos: nacimiento, vida y muerte, lo que nos hace saber que cada paso representa, a uno de los tres períodos de la vida del hombre, y para recordarnos constantemente la misión que debemos desarrollar, al ser iniciados en los augustos misterios de la masonería.
Pero también existe la interpretación astronómica que se le atribuye a esta marcha, considerando su verdadero origen iniciático, en este caso, se entiende que el neófito representa un mundo objetivo, como uno mas de los millones que existen en el universo, por ende, al masón le corresponde representar un punto sobre la tierra, emprendiendo su marcha alrededor del ara representando así, el movimiento rotatorio sobre si mismo, para luego tomar la posición inicial, de hecho, ejecuta simbólicamente el movimiento que describe la tierra alrededor del sol, para dar lugar al día y la noche, recorriendo, de occidente a amanecer, del amanecer al oriente, del oriente a medio día y del medio día a occidente, lo que nos demuestra al mismo tiempo que no existe en su forma natural fenómenos que lo retarden, lo detienen o hacen retroceder en su carrera por la ruta del deber.
En efecto, esta es la razón por la cual, el aprendiz siempre inicia su marcha rodeando al ara por su costado derecho, haciendo el saludo correspondiente al sol al pasar por el oriente pues allí se vivifica con su poder y puede recibir el conocimiento deseado, para trabajar con el, en su retorno a las tinieblas para irlas desvaneciendo.
Estos razonamientos nos hacen pensar en el motivo por el cual, las dignidades de la logia se colocan en esos tres puntos: el V M al oriente; el 1ervig. Al occidente, y el 2do.vig., al sur o medio día, con lo que, de una manera simbólica y elocuente, se le marcan al aprendiz sus respectivas misiones para el desempeño de sus deberes.
A eso se debe que el día y la noche, bajo el punto de vista del simbolismo masónico, la primera represente el desarrollo de las actividades humanas, durante el período de la existencia del hombre; y la segunda es emblemática del reposo o del descanso eterno, pero también se refiere al día de 24 horas, incluyendo a la noche. Esta etapa nos proporciona las tres fases por las que pasa la vida cotidiana del iniciado, ya que en esas 24 horas, se debe emplear 8 horas para el desarrollo de sus trabajos, 8 para la ejecución de sus ejercicios físicos y mentales, y 8 horas para recuperar sus fuerzas, por medio del descanso; en consecuencia, no nos referimos separadamente al día de la noche, puesto que propiamente dicho, esa unidad de tiempo, comprende las 24 horas que tarda el sol en hacer su recorrido aparente alrededor de la tierra.
Por otra parte, la escuadra que formamos al colocar los pies en posición al iniciar la marcha hacia el ara, representa, como ya sabemos, el signo de la equidad, puesto que sus extremos son la razón y la justicia, cualidades que nos sirven de norma de conducta, para no desviar nuestros pasos por otro camino que no sea el que nos trazan las virtudes, y poder llegar a la meta.
Ahora bien, al emprender nuestra marcha, para que simbólicamente tomemos el camino de la verdad, principiaremos por marcar nuestros pasos, con el pie izquierdo, precisamente porque se considera a este miembro, físicamente hablando, como la extremidad inferior mas débil, motivo por el cual, debemos apoyarlo con cuidado, antes de cerrar el primer paso con el pie derecho; en el sentido moral, este acto nos indica claramente, que se puede evitar un resbalón o un paso en falso, que nos pueda deslizar hasta caer en el abismo; lo que también nos da a entender, que antes de tomar una decisión, o de emprender alguna obra, primero hay que pensar serenamente y con calma, las consecuencias o la trascendencia que pueda originar una resolución arrebatada, o llevada a la práctica con precipitación, puesto que eso sería ir directamente por el camino de los errores, y como consecuencia final, al fracaso de cualquier empresa.
Estas enseñanzas, buscan una aplicación sana y basada en la ética social, por cuyo motivo, la marcha del aprendíz masón simbólicamente contiene muy amplias lecciones para comprender, que sirven de base para la ejecución de todos nuestros actos, porque perfecciona nuestro entendimiento, coordina nuestras ideas, y define nuestra conducta masónica y profana.
Así tenemos pues, a la escuadra que es la guía emblemática de la conciencia del hombre, porque nos da a conocer la justa aplicación de la verdadera equidad, y recuerda constantemente al iniciado, que sus actos son y serán siempre juzgados, bajo la influencia benéfica de la razón y la justicia, inculcándoles una firme inclinación hacia el bien y a la verdad suprema, circunstancia que tiende a formarles un ardiente deseo de superación, y por último es la manera de señalarles, los senderos por donde el hombre puede llegar a ejercitar su entendimiento y a cultivar su inteligencia
Sin embargo, el principio básico filosófico que se viene aplicando a la marcha del aprendiz masón, consiste en que también contiene innumerables enseñanzas, sobre la mejor manera de adaptar los razonamientos, en una forma práctica, serena y radical, para que los iniciados no caigan en un medio ambiente, que los conduzca por el camino de las dudas o de los errores, cuyas irremediables consecuencias, pueden ser fatales o cuando menos adversas al destino del hombre, porque de antemano sabemos que nos es más fácil obrar bien, que tratar de remediar un mal incurable.
En los tres pasos, que el aprendiz marca durante el desarrollo de su marcha el primer paso representa al nacimiento del hombre, al período de su educación infantil en el seno de su hogar; el segundo paso, es emblemático de su vida, o sea de la etapa en que recibe su preparación moral, física e intelectual, que le permiten abrirse paso durante su existencia; y el tercer paso, simboliza a la muerte, o bien al momento en que el hombre, ha terminado de cumplir su misión en la vida, y por lo mismo se presume que contento y satisfecho baja a la tumba para gozar de su descanso eterno; estas tres interpretaciones representan otros tantos períodos por los que pasan los seres racionales, durante el viaje que ejecutan a través de su existencia, luchando por su bienestar, su progreso y por el de sus semejantes.
Existe otra enseñanza esotérica atribuida también a estos tres pasos; y consiste en que el primer paso, representa al período de la investigación de las causas y los efectos, que dan origen a los enigmas que encierra la creación, para dar lugar al desarrollo de los fenómenos naturales; el segundo paso, simboliza a la época en que el hombre trata de descubrir los arcanos espirituales, que le conducen hacia lo sagrado, lo divino y lo desconocido, cuyos estudios aún resultan algo incomprensibles, debido a la diversidad de religiones y sectas adoptadas por la humanidad; y el tercer paso, es representativo de la etapa en que el hombre trata de encontrar una resolución aceptable, para comprender los secretos que encierra la eternidad, por cuyo camino puede ser que se llegue a determinar, lo que es la verdadera inmortalidad, o mejor dicho, que nunca llegaremos a temerle a la muerte.
Por otra parte, en el sentido exotérico de la palabra, resulta que las enseñanzas de los tres pasos, tienen otras acepciones, tomando en cuenta a la forma y el orden en que se ejecutan, puesto que el iniciado los marca formando tres escuadras, precisamente para demostrar, que simbolizan a la serie de fenómenos naturales, cuyos agentes provocan la reacción en todos los seres organizados; puesto que durante ese período, se entiende que el hombre ya investigó, estudió y descubrió, que existen tres factores, como causas y efectos tendientes a mantenerlo constantemente en evolución y con vida eterna a la creación, y por eso sabemos que todo lo que nace, vive, se propaga y muere, en consecuencia, no puede existir ser animado, que no llegue a cumplir esas funciones, su misión o su cometido mientras exista, y es por eso también que de una manera consciente, debemos conocer nuestros deberes para con uno mismo, para con nuestros semejantes y para con la divinidad.
Pero también sabemos que los 3 pasos de la marcha del aprendiz, se ejecutan en línea recta hacia el ara, la misma que como se nos ha dicho, representa a la tumba, la interpretación admisible, es en el sentido de que todo masón que recibe la luz de nuestros misterios, debe sacrificar sus malos hábitos, pasiones y vicios, para conseguir con facilidad, labrar el bien propio y el de sus semejantes; es decir, que primero debe pasar por toda clase de privaciones y sacrificios, antes que mancharse con el deshonor, faltando al cumplimiento de sus juramentos, puesto que su nueva misión le obliga a conocer, que no puede llegar hasta su etapa final, que es la tumba, sin antes aprovechar el tiempo, contribuyendo en ilustrar al ignorante combatiendo al egoísmo, puesto que a ese acto le podemos llamar la propagación de los principios contenidos en la equidad, la razón y la justicia.
Sin embargo, la filosofía todavía nos define otro concepto más claro sobre la marcha del aprendiz, y consiste en que da a entender, que la línea recta que el aprendiz describe durante su camino, desde que nace a la virtud, recorre dicho sendero, unas veces cortos y en ocasiones cada vez mas largos, pero siempre dirigiéndose hacia su destino definitivo, que es la muerte, como la ley inexorable del destino.
Además, dentro del propio simbolismo, también podemos afirmar, que la referida marcha del aprendiz, es emblemática de las tres cualidades que se le exigen al candidato, para ser iniciado en logia; las de salud, fuerza y unión, por cuyo motivo, es indudable que estas cualidades a su vez, también simbolizan a las tres épocas de la vida del hombre, que son: juventud, virilidad y madurez.
El esoterismo por su parte, admite otras acepciones sobre la marcha del aprendiz masón, tomando en cuenta también el orden en que se ejecuta, por lo tanto el primer paso, se refiere fielmente al principio moral básico, porque consiste en que representa el período en que el iniciado debe eliminar el dominio de la materia bruta de su ser, para lograr emancipar su voluntad, y pueda hacer uso de su libre albedrío, puesto que sólo en esa forma llega a romper las cadenas de la esclavitud de su espíritu; el segundo paso, simboliza la etapa durante la cual, el hombre debe buscar un entendimiento comprensivo para su espiritualismo, con el fin de que, haciendo uso de la libertad de conciencia, adopte la religión que mejor le parezca; y el tercer paso, es emblemático de la época en que el iniciado principia a aplicar su perfeccionamiento intelectual, puesto que la libertad de pensamiento, lo obliga a exponer o a realizar sus proyectos, como la base principal de sus actividades, hasta lograr cumplir fielmente con su delicada misión durante su existencia.
Finalmente la interpretación oculta de las enseñanzas de la marcha del primer grado, aplica sobre el masón suficientemente preparado, propagar hacia los cuatro puntos cardinales, la luz de la verdad hasta lograr de esa manera, disipar las tinieblas de la ignorancia, y poder conducir a sus semejantes por el camino del bien y del progreso, porque sólo de esa manera llegará a colocarlos en el lugar que justamente les corresponde, como hombres útiles a la colectividad humana.
Q:.H:. Carlos Caceres Luque R:.L:.S:. Constancia Y Concordia Nº11

viernes, 2 de abril de 2010

EL ORIENTE DE LA LOGIA


Todo en Masonería, tiene un valor simbólico efectivo. La Logia se extiende de Occidente a oriente, de Norte a Sur y de Cenit a Nadir, reproduciendo el Universo, del que es imagen psíquica. Se "acota" el espacio psíquico en un tiempo también psíquico desde el momento en que se reúnen al menos tres masones, con intención ritual, en cualquier parte (logia simple). Cinco forman una logia "justa", y siete, una logia "perfecta". La logia simple o "triángulo" debe formarse con tres maestros masones, la logia justa con cinco y la perfecta se integra con cinco maestros, un compañero (segundo grado) y un aprendiz (primer grado).
El Oriente es el punto por donde se inicia el ascenso del astro rey, transmitiendo luz y vida a nuestro planeta.. El significado místico de la luz solar ha sido recogido por todas las culturas que se han sucedido en la Tierra y está en el origen del concepto "monoteísta", captando un aspecto fundamental de la realidad física puesto de relieve modernamente por la investigación científica: el fotón es la partícula elemental clave del universo.
Vamos hacia la luz desde Occidente, siguiendo el giro de nuestro planeta hacia el este. Por ello, al fondo de las logias, cuya bóveda representa el firmamento estrellado, se alza la cátedra del Venerable Maestro, simbolizando la espera, en su propio nombre y en el de sus Hermanos, de la Luz vitalizadora e inteligente de Osiris... Esa fuerza cósmica, que actúa en todo el universo generando y manteniendo cuanto existe, se halla especialmente concentrada, para el Hombre, en el Sol de nuestro sistema planetario.
En el Oriente, anunciando la espera, se sitúa el gran triángulo o "Delta" que simboliza la estructuración del pensamiento humano como resultado último del proceso vitalizador de la luz. Jenócrates y otros clásicos comparaban la "divinidad" a un triángulo equilátero, figurando el equilibrio de todas sus potencias. En el centro de ese triángulo se inscribe, a menudo, bien la forma de un ojo representando la conciencia cósmica, bien la expresión simbólica del nombre atribuible a la Gran Energía generadora del Universo, que, por sernos aún desconocida en su esencia última, aparece transcrita como sigla impronunciable en la versión que la tradición mosaica ha conservado en el Tetragrama. La religiones positivas, tratando de fijar esquemas alegóricos de los postulados que consideran inalterables, han atribuido a la Tríada o Trinidad valores muy semejantes, en última instancia. Las trinidades hindú, persa, egipcia y cristiana pueden ser ejemplo de ello.
El Maestro Boucher propone como interpretación masónica del Delta la síntesis de los principios activo y pasivo en el tiempo: la esencia de la materia es la luz, evolucionando activamente en el espacio pasivo a través de procesos integradores y desintegradores que constituyen lo que llamamos tiempo o "duración". Tal duración sería indistinguible de la "acción" de la materia, que se realiza en un espacio-tiempo. Así, la luz, que es la concreción más elemental de la materia, formaría, con el espacio, los dos lados oblicuos del triángulo, uniéndose ambos en la base del mismo, que expresa el tiempo.
Desde la educación euclidiana (tridimensional) que caracteriza aún a nuestra cultura, nos resulta muy difícil imaginar objetos en cuatro dimensiones, integrando el tiempo. Sólo en el mundo psíquico nos movemos realmente en el espacio-tiempo, pero eso sigue pareciendo "esotérico" a quienes todavía no han podido entrar en la galopante "exoterización" de este fenómeno que está propugnando la Física cuántica. La exposición geometrista que avanza Jules Boucher al proponer una interpretación masónica del Triángulo no puede ser desechada como "algo traído por los pelos". Veamos lo que dice el investigador Paul Davies en este sentido:
A resultas de los efectos cuánticos puede suceder que la estructura más probable del espacio-tiempo, bajo ciertas circunstancias, sea realmente un espacio de cuatro dimensiones. James Hartle y Stephen Hawking han argumentado que esas circunstancias prevalecieron justamente en los albores del universo. Es decir, si imaginamos que el tiempo vuelve hacia el Big Bang, al alcanzarse un tiempo del orden de Planck 10-48 segundos) desde lo que creemos fue la singularidad inicial (compresión máxima de la materia), algo peculiar empieza a suceder. El tiempo se va "convirtiendo" en espacio. Más que hablar del origen del espacio-tiempo, por tanto, hemos de contentarnos con espacio tetra-dimensional. Y aparece la cuestión de la forma de dicho espacio, o sea, su geometría. De hecho, la teoría permite infinidad de formas .

LA PUERTA DE LA LOGIA


Puesto que el acceso a la Iniciación exige, además de condiciones anímicas y psicológicas, una firme determinación de la voluntad y una dedicación disciplinada que entraña espíritu de sacrificio, la puerta de una logia ha de ser simbólicamente "estrecha". Dice el Maestro Plantagenet, en una de sus sustanciosas Charlas iniciáticas en Logia de Aprendiz, que "el profano sólo ha de poder entrar en el Templo pasando por una puerta estrecha y baja, que no pueda franquear sin agacharse. Ese gesto le recordará que, muerto a la vida profana, renace a una nueva vida a la que accede de manera semejante a la de un niño que viene al mundo". Naturalmente, el símil evoca, además, las dificultades materiales reales de las ceremonias de iniciación que se llevaban a cabo en la Antigüedad, tanto en Tebas como en Menfis o en Eleusis. La realidad actual es que sólo en el ritual de iniciación se simula una puerta de esas características.
La puerta del templo, que es, como se ha dicho, la puerta de Occidente, queda flanqueada por las columnas de Hiram. Sobre ella figura un frontispicio triangular, y sobre éste suele hallarse un compás con las puntas hacia arriba, evocando la aspiración masónica de reflexión en torno a cuanto penetra en el mundo de lo abstracto (lo que hay "arriba", simbólicamente).

LA LOGIA DEL APRENDIZ


La Logia de los masones de nuestro tiempo es también un "recinto sagrado" por ser en ella donde el iniciando (casi todos los masones perseguimos la Iniciación a lo largo de los diferentes grados, pero permanecemos como iniciandos) ha de ejercitarse especialmente en la disciplina que le permita acceder a un estado de conciencia superior. Por ello, la logia o "taller" se "consagra" mediante una ceremonia ritual.
Por encima del concepto material de "logia" situamos el espiritual. Allí donde tres o más masones se reúnen invocando la fuerza del Gran Arquitecto del Universo, surge la Logia. El templo interior, que en las enseñanzas iniciáticas se ubica en el centro del corazón, proyecta la voluntad armonizada de los Hermanos creando el espacio psíquico y atemporal en que consiste una verdadera Logia o Templo masónico.
Así pues, aunque existen en el mundo hermosos templos masónicos de los más diversos estilos arquitectónicos, en los que los rituales se desarrollan esplendorosamente, el auténtico fulgor de una logia es aquel que emana de los corazones unidos de los masones oficiantes en busca de la verdadera luz. Quisiera subrayar que en esta descripción utilizo términos que pudieran parecer, a algunos, meras figuras "poéticas". Lo cierto es que cada uno de ellos alude simbólicamente a conceptos muy concretos de la enseñanza iniciática que pueden ser desarrollados hoy día, en cierta medida, utilizando expresiones puestas "de moda" por la investigación científica profana, igualmente indescifrables para casi todo el mundo, pero que tienen la ventaja de ser benévolamente escuchadas o leídas.
La palabra "logia" es de origen sánscrito y, en diversas formas derivadas, común a casi todas las lenguas indoeuropeas.
El recinto de la logia masónica es rectangular y se ingresa en él por su lado Oeste, siguiendo el modelo de los tiempos clásicos y a diferencia del templo de Salomón, cuyo acceso se situaba al Este. La entrada "este", en recuerdo de la de aquel Templo, está representada en las logias por la abertura central de la balaustrada que decora el espacio llamado "Oriente", tras la que se encuentra el sitial del Venerable Maestro de Logia.
La orientación Este-Oeste de los templos, independientemente de dónde se emplace el acceso a los mismos, remonta su origen al culto solar. El Sol, nuestra fuente de vida, ha simbolizado siempre un aspecto de la inteligencia cósmica, acumulada en los fotones de su ingente masa. Su "divinización" por las civilizaciones clásicas de todo el planeta no tiene otra interpretación de fondo, por más que las teogonías religiosas, elaboradas sobre tan elocuente simbolismo, hayan podido sofisticar el tema.
La luz solar, entrando por el Este al amanecer, iluminaba el Santuario del templo salomónico, subrayando así el significado universal del mensaje contenido en el Arca de la Alianza, en intención de los inspiradores de aquella religión. El acceso por el Oeste simboliza, en los demás casos, la marcha "hacia la Luz" que penetraba por las aberturas o ventanales que solían practicarse en el muro Este de los Templos. Tal es el valor simbólico retenido por las Logias.
La Logia (lonja) es el "locus" latino que designaba un "lugar" del bosque, un espacio cubierto por ramajes, considerado sagrado y en el que igualmente se desarrollaban ceremonias rituales. Las logias masónicas dispuestas para el trabajo de los aprendices, compañeros y maestros masones solían tener sus muros pintados de color azul.. La Masonería Simbólica recibe por ello el nombre de "Masonería azul". Sin embargo, los rituales escocistas consideran el color rojo como el propio del simbolismo masónico.
Los aprendices ocupan sus puestos a lo largo del muro Norte de la logia, simbolizándose con ello su provisional distanciamiento del calor y luz solares, que concentran su mayor intensidad en el "Sur", donde se sitúan los compañeros y maestros (éstos opcionalmente). La "germinación" iniciática hará pasar al Aprendiz a los bancos del "Sur" tras su período preparatorio, ayudados por la energía que sobre ellos proyecten aquéllos.
Las logias "azules" son también llamadas "de San Juan" , en recuerdo de la solemnización ritual de la llegada de los solsticios de verano e invierno que acostumbraban a celebrar los masones operativos. Ambos solsticios coinciden, aproximadamente, con las festividades cristianas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista (junio y diciembre) que las cofradías masónicas festejaban, dentro del ambiente social en que se hallaban insertas. De ello deriva también la costumbre de colocar sobre el altar de la logia una Biblia abierta en cada Tenida.
Los diferentes símbolos que decoran la Logia merecen un detenido estudio, pues cada uno de ellos encierra una gran riqueza de analogías potenciales.
El conjunto de lo que podría considerarse decoración de una Logia de San Juan o logia Simbólica, que es el Templo o Taller en el que se reúnen los masones de los tres grados, reproduce los símbolos utilizados por éstos para el desarrollo de sus temas de meditación. La meditación masónica no es tan sólo filosófica, ya que, si nos atenemos al significado etimológico de la palabra "filosofía", observaremos que es el de "tendencia o amor a la sabiduría". Ese talante no es sino una condición previa del masón, sin la que sería imposible su iniciación. La especulación en torno al "saber" no siempre tiene como consecuencia el alcance del Conocimiento, que es la meta iniciática. Por otra parte, el Conocimiento del Iniciado no es erudito, aunque la abundancia de datos suministrados a la razón, que es su primera herramienta de trabajo en el plano físico, pueda ser muy conveniente. La Iniciación efectiva consiste en una toma de contacto estable con lo que llamamos Inteligencia cósmica, difícil de definir en términos "científicos" profanos, aunque los avances de la Física nos estén facilitando abundantes atributos de esa esencia última en la medida en que seamos capaces de vincularlos con la enseñanza transmitida por la Gran Tradición. Las escuelas iniciáticas no confían a la "fe" tal vinculación, a diferencia de las religiones positivas, sino que consideran al Hombre ideal, capaz de "realizar" en sí mismo su "participación" a través de un estado de conciencia alcanzable a partir de determinadas premisas.
Los símbolos, como queda dicho, son "sistemas", en cuya traducción a niveles íntimos ejercita el iniciando su mente buscando las "resonancias" intuitivas que, en un momento dado y en condiciones psíquicas concretas, posibilitan un nuevo tipo de percepción.

LA SIMBOLOGÍA


Todos los pueblos de la tierra se han interrelacionado entre sí y se han conectado con el universo y la naturaleza, a través de símbolos que fueron revelados por los dioses para que el hombre pudiera mantener contacto con lo espiritual y lo divino, con lo sobrenatural y supracósmico. Los libros sagrados de las distintas culturas nos hablan en un lenguaje simbólico: a través de parábolas, metáforas y poesías, rituales y mitologías, nos transmiten ideas metafísicas que en sus aspectos esenciales son idénticas en todas las culturas, pues se refieren a la misma y única Verdad. Tanto las escrituras de los Vedas, El I Chin y el Tao Te King del extremo oriente, la Biblia, los Evangelios y el Corán en las tradiciones judía, cristiana y árabe, como las mitologías arcaicas, egipcias, griegas, romanas y escandinavas, y los códices de los indios americanos -para poner sólo los símbolos sagrados y penetrar sus regiones más interiores, ocultas y secretas: las dimensiones de lo metafísico que nos revela la identidad suprema de todas las culturas y de nosotros mismos.
Las tradiciones antiguas -la mayoría de las cuales aún conservan, aunque oculta, plena vigencia y autoridad, en virtud de haberse mantenido intactos sus conocimientos esenciales- consideran al símbolo como el vehículo más adecuado de expresión de las verdades de orden metafísico; de él se valen las ideas más elevadas para descender al mundo concreto, y a la vez él es el instrumento que utiliza el hombre para ascender desde su realidad material, hacia su ser verdadero y espiritual. Las enseñanzas de la Simbología -a pesar de las múltiples y sistemáticas persecuciones que ha sufrido a través de los siglos- dichosamente se han preservado hasta nuestros días gracias a las escuelas de iniciación que, de manera ritual, han transmitido sus secretos ininterrumpidamente, de generación en generación, permitiendo que, a pesar de lo convulsionado del mundo moderno, pueda el hombre ahora, en el siglo XXI, reencontrar sus orígenes sagrados y re-ligar, por intermedio de esos mismos símbolos, con las regiones ocultas y misteriosas del ser y con su propia esencia. Pues esta antigua ciencia sagrada ha logrado transmitir el significado profundo e interno que se conserva siempre intacto dentro de los signos misteriosos del universo, la naturaleza, y el hombre. Para la Simbología, todos los seres manifestados son la representación simbólica de una energía invisible y sutil que se aloja en su interior. El universo entero es un código simbólico que nos muestra, en cada una de sus partes y en la perfecta armonía en que éstas se relacionan entre sí, una inteligencia y una Sabiduría superiores que el hombre puede alcanzar si traspasa la apariencia de las formas y logra penetrar en la esencia invisible de las cosas. El espacio celeste; las estrellas y los planetas con sus movimientos; la tierra, los múltiples seres que la habitan, sus estaciones, elementos y reinos, se expresan en el idioma mágico y simbólico de la naturaleza, que proviene de un mundo sobrenatural, "más allá del firmamento", en el que habitan arcángeles y dioses, y al que el ser humano, con el auxilio de la gracia, accede. Pero no sólo las manifestaciones de la naturaleza son simbólicas; también lo son todas las expresiones culturales patrimonio de la humanidad: la historia y las mitologías; las letras, las palabras y los números; los rituales; la agricultura, el comercio; los oficios, el arte; la construcción, la guerra, y hasta los juegos, no son otra cosa que símbolos de esa realidad trascendente. Y agregaremos a esto que también el hombre, al que se considera como microcosmos, es un símbolo, pues él representa al macrocosmos, al universo entero, el cual al mismo tiempo es también símbolo de esa inteligencia y armonía que lo constituyen. De esta manera el ser humano, que en su estado ordinario se identifica únicamente con su realidad individual, al desplegar sus posibilidades universales puede alcanzar una conciencia cósmica, la cual es capaz de llevarlo, siempre por la vía simbólica de la iniciación, a una conciencia aun superior o supracósmica en la que hallará su esencia, su verdadero ser. Bien se ha dicho que el hombre es un pequeño universo y el universo un hombre grande; o, en palabras atribuidas a Hermes, que "como es arriba es abajo". Por lo tanto, podemos afirmar que si el hombre realiza esfuerzos por conocerse a sí mismo -lo cual es la meta de los trabajos de la Simbología- logrará simultáneamente conocer los secretos del universo; y, por otra parte, que si investiga en los misterios del cosmos, estará realizando una verdadera labor de autoconocimiento. El símbolo es una guía para el pensamiento y un soporte para la meditación, el recogimiento, la concentración y la oración. Sin embargo, debemos comprender a los símbolos únicamente como vehículos de expresión y no ver en ellos un fin, ya que es propio de la superstición y la idolatría, el confundir al objeto-símbolo con las ideas en él simbolizadas. La razón de ser de la Simbología es el conocimiento directo de esas ideas, o fuerzas, o energías, las cuales han de ser experimentadas en el interior de la conciencia. Incluso se dice que el símbolo no debería ser estrictamente necesario para el conocimiento, pues esas ideas y energías podrían experimentarse aun sin necesidad de su intermediación. Pero el símbolo resulta un vehículo particularmente útil y adecuado para conducir la mente, el pensamiento y la conciencia hacia ese mundo metafísico al que nos hemos estado refiriendo, ya que por una parte, las ideas superiores encuentran en él el recipiente ideal para concretarse y manifestarse en el mundo material, y, por la otra, el símbolo, como logra tocar los sentidos, hace posible que el hombre se eleve, a partir de su realidad sensible, hacia otras esferas cada vez más sutiles e invisibles -pero al mismo tiempo más reales- de su propio ser. En otras palabras: lo metafísico adquiere, gracias al símbolo, una realidad física; y el hombre, a partir de los sentidos que le muestran esa realidad concreta, y con el apoyo de las energías que han sido depositadas en el propio símbolo, puede experimentar por su intermedio la realidad de ese mundo abstracto, metafísico y espiritual.

EL EGREGOR, ESPÍRITU COLECTIVO EN EL TEMPLO MASÓNICO

  En el corazón del templo, bajo la bóveda estrellada y a la luz tenue del simbolismo, se abre un misterio silencioso pero poderoso: la pres...