Me es grato
presentar ante ustedes este ensayo sobre la figura del M••• R••• G••• M••• y su influencia en el
desarrollo espiritual de la masonería, especialmente en el contexto del R••• E••• A••• A•••, cuyos caminos simbólicos
y filosóficos nos invitan constantemente a la perfección del alma y a la
edificación del templo interior.
El M••• R••• G••• M••• no es solo un administrador de la Gran Logia, ni un
depositario de cargos circunstanciales. En la espiritualidad escocesa, su
figura representa el ideal del masón que ha logrado un elevado grado de
evolución interna. Él es símbolo viviente del equilibrio entre sabiduría, fuerza
y belleza, y como tal, guía a la Orden hacia la Luz.
En su actuar
debe reflejar la pureza de las enseñanzas tradicionales, preservando la
transmisión fiel de los rituales, que en el R••• E••• A••• A••• constituyen un lenguaje
sagrado mediante el cual cada grado revela una nueva dimensión del ser. El G••• M••• es entonces guardián de lo
iniciático, preservando no solo las formas externas, sino el contenido
esotérico que cada símbolo y ceremonia contiene.
Su palabra y
ejemplo fortalecen la unidad espiritual entre las logias simbólicas y los
cuerpos filosóficos, recordándonos que la masonería no es una suma de grados,
sino un sendero integral hacia la realización del hombre. En este sentido, su
función es también la de recordarnos nuestro propósito mayor: construir el templo
espiritual que refleje en nosotros la obra del G••• A••• D••• U••• .
Más allá del
piso ajedrezeado, del compás y la escuadra, más allá de la estructura
organizativa, el M••• R••• G••• M••• representa la aspiración de cada uno
de nosotros: ser un obrero fiel en la obra de la Verdad, la Justicia y la Luz.
El sabio,
según la tradición de los misterios, no es únicamente quien posee conocimiento,
sino quien ha integrado ese conocimiento con la virtud y la acción justa. En
este sentido, el G••• M••• no solo enseña con la palabra, sino con el ejemplo;
no solo dirige logias, sino que guía conciencias. Su vida y decisiones deben
reflejar el equilibrio entre razón y compasión, entre firmeza y humildad.
Este
arquetipo no es inalcanzable ni reservado a una élite. Es una aspiración viva
que nos interpela a todos los masones del Rito Escocés: llegar a ser, cada uno
en su medida, constructores sabios del Templo de la humanidad. El M••• R••• G••• M••• representa esa posibilidad hecha
forma, esa luz al final del laberinto iniciático que nos recuerda el propósito
trascendente de nuestra labor: la perfección del ser, el conocimiento de sí
mismo y la realización de la voluntad del G••• A••• D••• U•••.
En su
función ritual y simbólica, el G••• M••• es el puente entre el
mundo visible y el invisible, entre la estructura organizativa y la esencia
espiritual. Custodio de los secretos, intérprete de los símbolos y protector
del orden iniciático, su voz resuena como eco del logos que edifica con
sabiduría.
Concluyo
esta reflexión recordando que, en el Rito Escocés, cada grado es una etapa en
el camino hacia la sabiduría. Y en ese trayecto, la figura del M••• R••• G••• M••• es un espejo simbólico de aquello que podemos llegar
a ser, si obramos con constancia, virtud y luz. Que su guía nos inspire a
seguir elevándonos, grado tras grado, hacia la plenitud del ser y la
fraternidad universal.