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martes, 9 de junio de 2009

LA EXPERIENCIA DE MI INICIACIÓN

Por LUIS ALFONSO RUIZ CARO A.•. M.•.

Me es grato hablar de las experiencias relacionadas con mi iniciación, en principio tratare en una forma sencilla, y humilde mi relato en la búsqueda de que pueda llenar las expectativas y en algo presentar una enseñanza, en todo este relato, me asiste una seguridad capaz de emprender mi trabajo de construcción por esta Resp.•. Log.•. , de un modo quizás más valiente que lleno de conocimientos.
Mi experiencia en el proceso de iniciación, fue como si se detuviera el tiempo, me encontré solo, conmigo mismo, no podía reconocer donde estaba, pero sabia que estaba rodeado por muchas personas, sin embargo estaba solo en esta primera parte me permitió recordar que aunque estemos llenos de personas hay momentos en la vida que necesitamos de la soledad para descubrirnos nosotros mismos.
Este, primer estado físico, de estar sin vista en el que me encontraba, era como significar el estar en penumbras del mundo profano, posición que me acompaño a lo largo de mis viajes hasta llegar al final casi de la ceremonia para descubrir la penumbra turbadora de dicho mundo, frente al despojarme de la venda que me cegaba y más tarde ver la total claridad de la luz iniciada.
Este primer paso lo he denominado, la del mundo de las sombras por oposición al mundo de la luz, teniendo en cuenta que la única razón de la existencia de la sombra es porque existe la luz. De manera que a partir de ahora me adentraré en el proceso de crecimiento que me permitirá ascender hacia la verdadera luz. En el mundo de las sombras donde habitan quienes no reconocen la escuela iniciática, estos se presentan contrarios a la luz que es única.
Este proceso me permitió reconocer que debo trabajar en mi propia personalidad hasta llegar a través del trabajo, acompañado por mis HH:. Y acogido por este taller, a lograr la intensidad de la luz de la verdad masónica, a la talla perfecta de una piedra ahora basta y bruta, a la búsqueda de la verdad, de la justicia, la paz y del amor.
Esa dicotomía de la sombra y la luz, como escenario de nuestro ritual en forma de un juego de damas, también me hizo caer en cuenta, el fenómeno de las dualidades inseparables y no interpretables la una sin la otra, como con notable erudición nos ilustraba no hace mucho tiempo uno de nuestros QQ.•. HH.•.
Ese proceso de la luz va ligado en cada uno de los viajes, de pasar a la aproximación, de búsqueda masónica, y en este pude observar que el proceso de iniciación es el paso de la noche a la luz, de la muerte a la vida.
Posteriormente cuando se me despojo de los metales, considero que el H.•. instructor, me hizo caer en cuenta que cuando avanzamos, es posible que perdemos el valor de lo material, el brillo de las riquezas es retirado por el hermano Instructor, lo que al lado de continuar en penumbras, ahora me encontraba, solo, y sin ningún bien material, solo dependiendo del H.•. Exp.•.
Observe, que el sentimiento primero que experimento a la entrada de la cámara de reflexión, es como si remembrara el Mito de la caverna de Platón donde la única percepción de la realidad de las personas atadas y amordazadas sean los pasos de las sombras a lo largo de su vida, ellas son las que dotan de realidad toda una vida de dos personas de espaldas a la luz, son las sombras pues las que revelan nuestra vida, son las sombras las que dotan de valor mi trabajo, son las sombras las que evidencia la existencia de una luz, la luz del entendimiento, la luz del viaje final, la luz de la verdad masónica, paso a paso, en nuestros trabajos en el taller y fuera de él, con creciente aprendizaje... pues tan cegadora es la luz recibida de golpe como lo es la completa oscuridad.
En mi imaginación esa cámara de reflexión, es el lugar fúnebre de donde vine, los objetos que me rodeaban, las inscripciones que había leído en las paredes y el aspecto de la cámara, son parte del escenario de la muerte y de la vida, de saber que en todo lo que muere se produce el milagro de la vida, la nueva luz que recibiré, me mostrara un nuevo sendero que a través del simbolismo comunicara una nueva fuente de información, de imaginación y de conocimiento que harán mas placentero mi vida y con un propósito mas firme hacia nuevos proyectos, esas preguntas reflejaban el testamento de mi nueva vida a un encuentro especial con mi ser, con el ser superior.
Frente a cada uno de los viajes, se me presenta un panorama de reproches, de bulla de tumultos, que van camino a mostrarme entre los obstáculos del primer viaje y su cacofónico recorrido, una descripción de mi lucha por todas las espesas oscuridades de nuestro mundo profano, del concepto de virtud frente al vicio, la compasión contra la falsedad, la libertad contra la tiranía tal y como se nos comenta en nuestro ritual de iniciación... En esta lucha enérgica para dominar las malas pasiones, es preciso vencer grandes resistencias...
Convencido que estoy caminando solo guiado por quien persiste en el taller de ser mi conductor, sin el cual puedo caer, de tal forma que me indican que en todo camino oscuro, abra alguien que te permita ayudarte a conducir hacia la proyección de nuevas virtudes, es la ayuda de una mano que no conoces pero en la cual confías, y luego un juramento, que sella bajo amenaza, y luego de la lectura de las respuestas dadas en la cámara de reflexión, es el medio que indica que mis pasos han sido satisfactorios y puedo pasar a las siguientes pruebas. En cada viaje nuevas pruebas y cada vez debo golpear tres veces en el hombro a un hermano, como solicitándole simbólicamente que estoy listo, que conozco mis actos y que soy consciente de mis defectos. Es cuando ese H.•. instructor me conduce a la prueba (triple cada vez) del Agua, del Viento, de la Tierra y del Fuego. Pruebas que se constituyen en el proceso de mi formación para reconocer entre el Bien y poder combatir el Mal afanosamente. Al final de la ceremonia, soy desvelado y puedo ver la Luz, reconocer espadas que me apuntan, indicando el valor y valentía con que debo defender los principios masónicos y luego el reconocimiento entre HH.•. En traje de ceremonias y en posición de respeto aceptan retirar las espadas. El venerable Maestro. Expresa los reconocimientos masónicos Y por fin me entregan el mandil blanco del aprendiz, que representan el símbolo del Mas.•. como un obrero del pensamiento, además de los útiles para el trabajo: la regla, que indicará la rectitud de mi conducta; el cincel, con el cual desbastaré la piedra bruta de mi interior, herramienta que con la ayuda del mallete irá labrando mi ser. En el nororiente, al pie del altar de los juramentos, debo darle un primer golpe a la piedra no labrada del nuevo ser que soy. Debo pulirla hasta convertirla en la piedra cúbica perfecta situada al sureste del altar. Se me dan instrucciones sobre gestos, signos, pasos, palabras, contraseñas, etc. Luego mis HH.•. y yo formamos una cadena, que es el apoyo mutuo que siento hasta el día de hoy.
Esta experiencia inigualable me lleno de regocijo, me afecto, como a través del simbolismo puedo descubrir fuentes de energía cósmica y de elevados principios que harán mi vida mas proyectada hacia niveles más altos de sentido espiritual y conformaran mis posibilidades de reconocer los errores para transformarlos en victorias.

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