Desde nuestra visión, la libertad
y la paz son una dualidad coexistente, recordemos que, en la cotidianidad
masónica, siempre se ha dado la coexistencia, la armonía de los contrarios o de
los complementarios, como por ejemplo blanco y negro, como es arriba es abajo, el
sol y la luna, el hombre y la mujer, la sabiduría y la ignorancia, etc. La
coexistencia entre la libertad y la paz, representa un estado ideal donde se
vive sin ningún tipo de conflictos internos o externos generando en nuestra
existencia tranquilidad y armonía; ella, se hace presente en el ámbito personal
y social. En el ámbito personal, la libertad se interioriza y se logra a través
de la auto transformación y la eliminación de los conflictos internos, mientras
que la paz interior, es una sensación duradera de tranquilidad. En el ámbito social,
la libertad es la capacidad de las personas para ejercer sus derechos
fundamentales y participar en la vida social, económica y política sin
interferencias injustificadas, esto implica la libertad de asociación, la
libertad de expresión y la libertad de pensamiento, entre otras y la paz social
se construye sobre la base de la justicia y el respeto a los derechos humanos.
Esta realidad entre libertad y paz,
nos permite revisar la importancia de relación dialéctica existente entre ellas,
no entendida como contrarios u opuestos, sino entendida como complementarios
que coexisten, es una relación dialéctica porque se influyen y se necesitan
mutuamente para su proyección en la vida de las personas y las sociedades. La
libertad, como es bien sabido para todos nosotros, se alcanza a través de un
proceso de lucha y de superación de las limitaciones y la paz es su complemento.
La dialéctica de coexistencia entre la libertad y la paz, está determinada porque
no pueden basarse en proceso impositivos ni opresivos, sino que, para su autodesarrollo
y su manifestación plena en el campo individual y social, se sustentan en el respeto
a la autonomía del ser humano. También podemos entender que esta relación dialéctica
de coexistencia entre la libertad y la paz, genera, como proceso sintético, el
desarrollo de los pueblos y el respeto de los derechos individuales.
la interacción dialógica desde la
dialéctica de coexistencia entre la libertad y la paz, no es una relación
estática, sino dinámica y en constante evolución. Podemos entonces también
afirmar, qué la libertad en sí puede generar conflictos, pero dichos conflictos
se pueden resolver de manera pacífica cuando se respetan las individualidades
de los seres humanos; libertad y paz, desde la dialéctica de coexistencia son interdependientes;
no se puede lograr una paz verdadera sin la libertad y la libertad no puede desarrollarse
en un ambiente de conflicto y opresión que desconoce la paz.
Esta relación en dialéctica de
coexistencia entre estos dos valores humanos fundamentales, implica una constante
búsqueda del equilibrio y la armonía a través del cual se reconoce la
importancia de la libertad de cada individuo y se promueve la paz como un
valor fundamental.
La masonería siempre ha tenido su
propia dialéctica, utilizada como método de enseñanza y de desarrollo personal,
basado en la reflexión y el debate sobre los principios y símbolos de la Orden;
a través de la dialéctica masónica, hemos buscado comprender y aplicar nuestros
valores en nuestra vida diaria, fomentando el autoconocimiento, el crecimiento
moral e intelectual y la búsqueda de verdad, utilizando como método la
confrontación de contrarios y coexistentes. La dialéctica masónica se centra en
el desarrollo de conocimiento, en la reflexión y el debate, en el lenguaje
simbólico y en la aprobación y apropiación de valores intrínsecos de nuestra
escuela iniciática.
No se nos haga extraño que nuestra
Orden, utilice la dialéctica de coexistencia entre libertad y paz para generar
nuevos conocimientos qué proyectan el desarrollo del espíritu del individuo y de
la sociedad, en hombres y sociedades libres y pacíficos.
La síntesis, fruto de esta dialéctica
de coexistencia entre la libertad y la paz es la perfección del espíritu
masónico al interior de nuestra obediencia y en los contextos en que todo masón
hace presencia, ella se manifiesta a través de la puesta en escena de una paz y
libertad espiritual presente en los individuos y en las sociedades que
conforman.
La paz espiritual es una
actividad dinámica, caracterizada por la calma, la tranquilidad y por la
ausencia de estrés; surge del autoconocimiento y la aceptación y se puede
alcanzar mediante los procesos de meditación, desapego, compasión y sabiduría;
es por eso que para nosotros la paz espiritual es el estado más elevado de la
existencia humana, el estado de la iluminación prometido en nuestra
iniciación.
La libertad espiritual es la
capacidad de elegir y actuar según uno cree, libre de presiones externas, ella
implica superar contratiempos, liberarse de resentimientos a través del perdón
y usar los poderes internos como la fe y la imaginación; requiere una decisión
constante de vivir en libertad y permite ir más allá de las limitaciones
perceptivas y afectivas comunes.
Los frutos de paz espiritual y libertad
espiritual surgidos de la dialéctica de coexistencia entre la libertad y la paz,
tienen como soporte la fenomenología, entendida en esencia, como una
comprensión profunda de la experiencia humana centrada en la descripción e
interpretación de los fenómenos tal como se presentan en la conciencia. En
lugar de enfocarse en objetos externos, la fenomenología examina cómo las cosas
se revelan a la conciencia y cómo se experimentan. La fenomenología como
postura filosófica fue planteada por Edmund Husserl. En la fenomenología “el
investigador identifica la esencia de las experiencias humanas en torno a un
fenómeno de acuerdo a como lo describen los participantes del estudio” (Creswell,
2003, p. 15). Así, la variedad de fenómenos por estudiar no tiene límites,
por lo que puede estudiarse todo tipo de emociones, experiencias, razonamientos
o percepciones, es decir, puede centrase tanto en el estudio de aspectos de la
vida ordinaria como también en fenómenos excepcionales (Hernández,
Fernández y Baptista, 2014).
Pero si la
fenomenología está centrada en el fenómeno: ¿qué es el fenómeno? es cualquier
manifestación perceptible a través de los sentidos o la inteligencia; se
refiere también a personas, cosas extraordinarias o sorprendentes o cualquier
evento humano, instrumentos o símbolos que se
usan para un evento.
Teniendo claro el concepto de fenómeno y fenomenología, podemos afirmar
categóricamente que, no hay algo más fenomenológico que la vivencia masónica;
nuestra vida cotidiana como hermanos masones está rodeada de una fenomenología
masónica al interior del templo, como en nuestras experiencias individuales y
sociales. Esta fenomenología masónica nos lleva continuamente en el interior de
nuestros talleres al estudio y análisis de símbolos, ritos y prácticas propias,
buscando comprender su significado y su impacto en la vida y en la sociedad de
todos los QQ.·. HH.·. y QQ.·. Hnas.·., tiene como misión desentrañar la esencia de la masonería más allá de
lo superficial, explorando sus fundamentos filosóficos, históricos y
ritualísticos.
Nuestra vivencia
masónica cotidiana está transversalizada por la fenomenología masónica y se
manifiesta a través de acciones de comprensión que quiero resaltar como son: El
estudio de los símbolos, el análisis
de los ritos, la comprensión de la propia historia y la exploración de la filosofía masónica.
La fenomenología
masónica es un enfoque multidisciplinario que busca comprender la masonería en
su totalidad, desde sus fundamentos simbólicos, ritualísticos, históricos y
filosóficos hasta su influencia en la sociedad; es por ello que los frutos de esta dialéctica de coexistencia
entre la libertad y la paz son el resultado
de la perspectiva fenomenológica de nuestras vivencias masónicas.
La
vivencia de la paz espiritual, nos aporta, como pertenecientes a nuestra
Augusta Orden beneficios profundos que se alinean con nuestros principios
fundamentales; el fortalecimiento del carácter y la paz interior permiten a los QQ.’. HH.’. Y QQ.’. Hnas.’., cultivar virtudes como la templanza, la
prudencia y la justicia, esenciales en su proceso de perfeccionamiento moral;
desarrolla la claridad mental y espiritual, el autoconocimiento y la conexión
con lo trascendente, lo cual es fundamental para avanzar en su camino simbólico
y espiritual y mejora la fraternidad, ya que un Q.·. H.·. o Q.·. Hna.·. en paz puede contribuir de forma más sabia, tolerante y
armoniosa en los trabajos de logia, ayudando a crear un ambiente de respeto y
unidad.
Por
otra parte, vivir la libertad espiritual es un concepto profundamente
significativo dentro del pensamiento masónico, ella representa la conquista
interior del ser, la capacidad de pensar, sentir y actuar de acuerdo con la
verdad descubierta en su propio viaje espiritual.
Uno
de sus grandes aportes, es sin duda el autoconocimiento masónico, el sendero
masónico es, ante todo, un camino de transformación interior. Desde los
primeros pasos en nuestra fraternidad universal, el iniciado se ve confrontado
con símbolos, rituales y enseñanzas cuyo propósito no es imponer una verdad
externa, sino despertar la conciencia y promover el autoconocimiento. En este
proceso, la libertad espiritual se convierte en una herramienta esencial y, a
la vez, en un fruto que se cultiva con esfuerzo, constancia y reflexión.
La
libertad espiritual no es simple autonomía de pensamiento, es la capacidad del
ser humano para buscar, discernir y abrazar la verdad por sí mismo, libre de
cadenas mentales, culturales o emocionales. En nuestra vida masónica, se
entiende que esta libertad no puede ser concedida desde fuera, sino conquistada
en lo profundo del ser. El Q.·. H.·. o la Q.·. Hna.·., al
enfrentarse a su piedra bruta, al explorar sus luces y sombras, aprende a
conocerse realmente. Y en ese acto de honestidad y trabajo interior, descubre
su verdadera libertad.