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miércoles, 24 de diciembre de 2025

CUANDO LA LUZ DECIDE NACER: MASONERÍA Y NAVIDAD COMO LENGUAJES INICIÁTICOS DE UNA MISMA REVELACIÓN

 



La navidad, despojada de su progresiva banalización cultural y de su reducción a evento sentimental o mercantil, puede ser leída como un símbolo iniciático mayor, portador de una estructura de sentido que trasciende lo confesional y se inscribe en una tradición universal de regeneración espiritual. Desde esta clave, la relación entre Masonería y Navidad no se explica por simple coexistencia histórica, sino por una coincidencia profunda de arquetipos, de pedagogías del despertar y de comprensiones del proceso humano de iluminación.

El nacimiento celebrado en navidad acontece simbólicamente en el momento de mayor densidad de la noche. No es un dato accesorio: el solsticio de invierno, asumido por múltiples culturas mistéricas, señala el punto en que la oscuridad alcanza su máxima expresión antes de comenzar su retirada. Mircea Eliade advierte que “el simbolismo del renacimiento cósmico expresa siempre la esperanza de una regeneración total del mundo y del ser humano” (Lo sagrado y lo profano). Esta lógica no es ajena a la Masonería, cuyo itinerario iniciático comienza precisamente en la oscuridad, en la privación de la luz, como condición necesaria para que su advenimiento tenga sentido.

La luz, tanto en la navidad como en la experiencia masónica, no irrumpe como imposición externa ni como triunfo inmediato. Nace frágil, silenciosa, vulnerable. Byung-Chul Han, desde una lectura contemporánea, señala que “la verdadera luz no enceguece ni domina; ilumina permitiendo que las cosas sean” (La sociedad de la transparencia). Esta afirmación dialoga profundamente con la pedagogía masónica, que no pretende producir adeptos ni repetir dogmas, sino formar conciencias capaces de sostener la ambigüedad, el trabajo lento y la responsabilidad ética de la claridad alcanzada.

El Niño que nace en la tradición navideña no representa el poder consolidado, sino la posibilidad; en términos iniciáticos, simboliza el estado germinal de la conciencia despierta, aquello que aún debe ser protegido, educado y cultivado. De manera análoga, el aprendiz masón no es portador de una verdad acabada, sino custodio de una promesa, como afirma Raimon Panikkar, “nacer espiritualmente no es adquirir algo nuevo, sino permitir que emerja lo que estaba oculto” (La experiencia filosófica de la India). La iniciación, entonces, no añade, sino revela.

Una coincidencia particularmente significativa entre Masonería y navidad se encuentra en la elección del lugar del nacimiento: la luz no surge en el centro del poder, sino en la periferia; no en el palacio, sino en el margen; esta lógica antihegemónica posee una profunda resonancia masónica. Zygmunt Bauman recuerda que “toda ética auténtica nace como resistencia frente a la indiferencia organizada” (Ética posmoderna). La Masonería liberal y adogmática, fiel a su vocación histórica, ha comprendido que la luz iniciática no legitima el orden injusto, sino que lo cuestiona desde una fraternidad crítica y activa.

La navidad, leída desde esta perspectiva, interpela al masón contemporáneo con una pregunta incómoda pero necesaria: ¿Qué tipo de luz estamos encarnando en un mundo saturado de información, pero carente de sentido? Edgar Morin advierte que “el problema central de nuestro tiempo no es la falta de conocimiento, sino la incapacidad de integrar el conocimiento en una ética de la comprensión” (Los siete saberes necesarios para la educación del futuro). La luz masónica, como la luz navideña, pierde su verdad si no se traduce en praxis humanizante, en compromiso con la dignidad humana y en responsabilidad social.

Existe, además, una convergencia esencial en la comprensión del tiempo; la navidad no es solo una fecha que se repite, es un tiempo cualitativo, una irrupción que reordena el sentido de la historia. Paul Ricoeur afirma que “el acontecimiento simbólico reconfigura el tiempo al abrirlo a la esperanza” (Tiempo y narración). Del mismo modo, el tiempo masónico no es cronológico sino iniciático: cada retorno ritual es una nueva oportunidad de nacer, de corregir, de profundizar. No se avanza por acumulación, sino por interiorización.

Así, la relación entre Masonería y navidad se revela como una correspondencia de lenguajes que apuntan a una misma verdad antropológica: el ser humano no está terminado, está llamado a nacer continuamente. La luz no es un estado definitivo, sino un proceso exigente, siempre amenazado por la comodidad, el olvido y la inercia. Celebrar la navidad desde la conciencia masónica no es reproducir un rito cultural, sino aceptar una responsabilidad: cuidar la luz naciente, en uno mismo y en el mundo, aun cuando la noche parezca interminable.

En este sentido, la navidad no es ajena al templo, ni la Masonería indiferente al misterio del nacimiento; ambas nos recuerdan, desde registros distintos pero convergentes, que la verdadera iniciación comienza cuando la luz deja de ser un concepto y decide, finalmente, nacer en la vida concreta del iniciado.

A modo de conclusión, y no como simple cierre retórico, es necesario afirmar que la coincidencia simbólica entre Masonería y navidad solo alcanza su verdad cuando se traduce en una opción existencial consciente. De lo contrario, ambas corren el riesgo de convertirse en lenguajes vaciados de fuerza transformadora: la navidad reducida a ornamento cultural, y la Masonería degradada a ritualismo sin interioridad.

Vivir los valores navideños desde la experiencia masónica implica asumir que la luz no es un bien heredado ni un título adquirido, sino una tarea permanente. El masón que se reconoce iniciado no puede limitarse a celebrar el nacimiento simbólico de la Luz si no se compromete, día tras día, a protegerla de la trivialización, del ego inflado y de la indiferencia moral. La fragilidad del Niño, centro del misterio navideño, recuerda al iniciado que toda verdadera luz comienza siendo vulnerable y que solo sobrevive cuando es cuidada mediante el silencio, la disciplina interior y la coherencia ética.


Este compromiso es radicalmente subjetivo. Nadie puede nacer por otro, nadie puede ser iniciado en lugar de otro. La vivencia navideña, leída desde la conciencia masónica, exige un trabajo interior honesto, capaz de reconocer las propias sombras sin autoengaño y de aceptar que la noche no desaparece por decreto ritual, sino por el esfuerzo paciente de integración y superación. En este sentido, vivir la navidad masónicamente es aceptar que el templo no se edifica primero en el mundo, sino en la intimidad de la conciencia, allí donde se decide si la luz recibida será custodiada o traicionada.

Pero este camino interior no conduce al aislamiento, al contrario, compromete al masón con una forma concreta de estar en el mundo. Los valores navideños —fraternidad, humildad, hospitalidad, esperanza— no pueden permanecer en el plano del ideal abstracto; están llamados a encarnarse en la vida logial, en la relación con los QQHHy QQHnas, en la manera de ejercer la palabra, el poder, la autoridad y el desacuerdo. Una logia que no hace espacio al nacimiento permanente de la luz corre el riesgo de convertirse en estructura sin alma, en templo sin presencia.

Así, vivir la navidad en clave masónica supone optar por una ética de la presencia consciente: estar disponibles para el otro, resistir la dureza del cinismo, sostener la esperanza incluso cuando el contexto histórico parece negarla; significa comprender que cada tenida es, en el fondo, una nueva oportunidad de nacimiento, y que cada acto fraterno es un pesebre simbólico donde la luz puede volver a surgir.

En definitiva, la navidad interpela al masón no como espectador de un misterio ajeno, sino como custodio activo de una luz que pide ser encarnada. Allí donde un masón decide vivir con mayor coherencia, mayor compasión y mayor responsabilidad, la navidad deja de ser una fecha y se convierte en un modo de existir. Solo entonces la coincidencia entre Masonería y navidad deja de ser simbólica para volverse verdaderamente iniciática.

AUTOR: Villar Peñalver, Andy.  " CUANDO LA LUZ DECIDE NACER: MASONERÍA Y NAVIDAD COMO LENGUAJES INICIÁTICOS DE UNA MISMA REVELACIÓN" en https://andyvillar.blogspot.com/2025/12/cuando-la-luz-decide-nacer-masoneria-y.html Blog: "SER APRENDIZ MASÓN" Año: 2025

 Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (1993). Ética posmoderna. Siglo XXI.

Eliade, M. (1998). Lo sagrado y lo profano. Paidós.

Han, B.-C. (2013). La sociedad de la transparencia. Herder.

Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.

Panikkar, R. (1997). La experiencia filosófica de la India. Trotta.

Ricoeur, P. (2004). Tiempo y narración. Siglo XXI.

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