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domingo, 16 de mayo de 2021

¿EN QUÉ CREEN LOS MASONES?

 


Mucho se escribe de la masonería, pasando de un extremo a otro. Pero sí está claro que tiene un sistema de creencias y una filosofía de vida que, en gran parte, son conocidos y manejados puertas adentro, lo que lo hace más misterioso para los “profanos”. 

Más allá de todo, los masones creemos en un Dios, como cualquier cultura. Representamos con frecuencia la figura del Dios-Creador como geómetra, con un compás en la mano derecha con el que traza o mide el mundo. 

La imagen de Dios-Arquitecto aparece en los libros sagrados de católicos y musulmanes, en la Biblia esta imagen ya se encuentra en el antiguo Oriente Próximo y también, algo modificada, en una carta de Clemente de Roma a los corintios; “Que el artesano del universo…  mantenga en la tierra el número contado de sus elegidos. Él nos llevó de las tinieblas a la Luz, de la ignorancia al Conocimiento”. También en un himno que data de comienzos del siglo V, la iglesia de Epifanio de Salamina es calificada de “paraíso del Gran Arquitecto”. 

Al menos el cristianismo presenta a Dios como el constructor por excelencia. La visión del profeta Amós, uno de los Profetas Menores es clara al respecto: “he aquí que el Señor estaba de pie en un muro, hecho con el nivel y, en su mano, había un nivel. Y el Eterno me dijo: ¿qué estás viendo Amos? Y yo le dije: veo un nivel. Y el Señor dijo: Pondré el nivel en medio de mi pueblo de Israel; no seguiré perdonándolo”. Amós 7: 7-8 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

 

“Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Hebreos 11:10 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 

Job nos proporciona un segundo pasaje bíblico donde Dios afirma que construyó el universo con sus manos; habla con él y, en una serie de preguntas teñidas de ironía, le muestra la distancia que existe entre Dios y el hombre: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿Acaso no le has protegido a él, a su familia y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y sus posesiones se han aumentado en la tierra. Pero extiende, por favor, tu mano y toca todo lo que tiene, ¡y verás si no te maldice en tu misma cara!”  Job 1:9 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 

El Corán prohíbe cualquier representación iconográfica de Alá e identifica la divinidad con “el uno”. Al observar los diseños geométricos de los musulmanes, principalmente en los mosaicos, vemos que la combinación de las simetrías y la composición de movimientos producen el efecto visual de que ningún motivo es singular ni más importante que los demás. Si Dios no puede ser representado como persona, a través de la abstracción geométrica se puede traducir la armonía de la experiencia mística. Desde ese punto de vista, Dios no aparece como geómetra, sino más bien como Geometría pura. 

Los masones como individuos que somos, en todo caso, libres de darle a Dios el contenido que mejor se ajuste a nuestras creencias. Como todos los símbolos, proporciona un marco, pero su interpretación concreta corresponde a cada cual. 

Aunque esto varía según las corrientes, está claro que representa al Ser Supremo; su invocación en la práctica del rito no se puede omitir. Pero veamos como G.·.A.·.D.·.U.·. lo presenta: 

·        Como Principio Creador, dinámico por excelencia, organizador del Universo, la ley que rige la materia.

·        No está asociada a ninguna creencia religiosa; por consiguiente, como masón estamos en total libertad de conciencia respecto a poder practicar una religión.

·        Para los teístas y deístas, representa al Ser Supremo, por lo que la creencia en él y su invocación en la práctica del rito es imprescindible. Sería la esencia misma que daría sentido al trabajo y la existencia de la masonería.

·        Para los liberales o adogmáticos, supone establecer un límite a la libertad de conciencia de sus miembros, entrando en contradicción con los principios masónicos. 

Al analizar este punto tenemos que tener presente que la masonería no es dogmática ni religiosa, pero sí posee una doctrina y un método de trabajo.

Lo único que se exige a un iniciado es que se desprenda de todo lo que es superfluo y añadido, y se le encierra en la cámara de reflexión; “dejar los metales en la puerta del Templo”, el cual no es otro que aquel que se desea edificar en la persona, en el masón, pues éste que vemos es sólo el símbolo. 

La masonería tiene como fin conseguir una sociedad más armónica, más justa y más fraternal, a partir de una mejora personal de los individuos que la componen. 

Es una sociedad secreta –discreta dicen otros– de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usamos emblemas y signos especiales, y nos agrupamos en entidades llamadas logias.

 Quien desee practicar el arte de la construcción debe conocer y respetar las leyes que rigen el equilibrio y la armonía, fuera de las cuales nada duradero se puede edificar. 

Nadie puede sorprenderse de que nosotros los masones nos sintamos siempre, y de manera natural, discípulos del Gran Arquitecto del Universo, principio ordenador de la energía vital de los mundos.

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