Es una esfera ideal,
sin radio definido, concéntrica con el globo terrestre, en la cual
aparentemente se mueven los astros. Permite representar las direcciones en que
se hallan los objetos celestes; así es como el ángulo formado por dos
direcciones será representado por un arco de círculo mayor sobre esa esfera.
Teóricamente se
considera que el de la Tierra es el Eje del mundo (el de rotación de la esfera
celeste), y que el ojo del observador es coincidente con el centro de la
Tierra. Es un modelo que constituye uno de los conceptos fundamentales de la
astronomía, especialmente para poder representar las observaciones celestes.
Dado que no se tiene
ninguna percepción directa de las distancias de los astros, éstos se nos
aparecen como si estuvieran fijos sobre la bóveda del cielo, limitada por el
círculo del horizonte y de la cual nos sentimos el centro. Para establecer la
posición de un astro en el cielo, los astrónomos lo imaginan proyectado sobre
dicha esfera. No importa cuál sea la dimensión de esta esfera imaginaria porque
es inmensamente grande comparada con las distancias terrestres. Tan grande que
en cualquier parte de la superficie terrestre en que uno se halle siempre se
puede considerar en el centro de esta esfera. Esto se expresa diciendo que la
esfera celeste tiene un radio infinitamente grande. No perdamos de vista que la
esfera celeste es un fenómeno óptico, pero a los astrónomos le viene muy bien
para establecer sus sistemas de coordenadas. La sensación de que el cielo es
realmente una esfera y que los astros se encuentran situada sobre ésta es tan
fuerte, que la humanidad lo ha creído así durante muchos siglos hasta que el
desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha permitido medir las distancias
que nos separan de los cuerpos celestes.
En una noche
despejada, las primeras estrellas se van iluminando una tras otra. El
crepúsculo se difumina y, poco a poco, es posible ir identificando las
constelaciones que configuran la bóveda celeste.
De noche, se tiene la
impresión de que una cúpula gigantesca nos recubre. Cada astro parece ser un
punto minúsculo incrustado en el interior de una bóveda, como si hubiera un
telón de fondo. Esta ilusión es lo que se denomina la «bóveda celeste».
Las estrellas parecen
estar situadas a la misma distancia de la vista, muy lejos, por encima de las
nubes. Por más que los astrónomos afirmen que se encuentran cientos de millones
de veces más alejadas que la Luna, nunca será posible eliminar del todo esta
ilusión que hace que la imaginación proyecte todas las estrellas sobre una
esfera imaginaria de diámetro inconmensurable.
Desde la Antigüedad,
los astrónomos se han dedicado a representar esta aparente esfera celeste con
forma de globo, al que trasladan las posiciones respectivas de los astros como
si fueran una serie de puntos más o menos pequeños. Las estrellas se
encuentran, en realidad, a muy diversas distancias, pero a simple vista parecen
estar todas igual de lejos. Este hecho se debe a que las personas vemos el
cielo en dos dimensiones, como si se tratara de una superficie plana; sin
embargo, existe una tercera dimensión, la profundidad, es decir, la distancia,
que no se llega a percibir.
Por este motivo, el
espacio celeste parece carecer de profundidad, lo percibimos extendido
indefinidamente por encima de nosotros, como sin perspectiva.
La bóveda celeste
parece inmóvil, como si fuera una fotografía. Pero esto no es más que una
ilusión. Observe la posición de una estrella brillante, poco elevada por encima
del horizonte, con respecto a un árbol o un poste cercano. ¿Qué ve? Si mira hacia
el Oeste (hacia donde se ha puesto el Sol), parece que las estrellas
descienden. En cambio, si mira hacia el Oriente, parece que están ascendiendo.
En media hora el desplazamiento es claramente perceptible.
Si se observara a
través de una lente capaz de conseguir un aumento cien veces superior, este
hecho se haría evidente al cabo de sólo unos segundos. En menos de una hora, el
aspecto del cielo ya ha cambiado sensiblemente: al Oriente, han «ascendido»
nuevas estrellas por encima del horizonte, mientras que por el Occidente han
desaparecido algunos astros. Aunque conservan sus respectivas distancias
aparentes, si se observa hacia el Sur, las estrellas parecen haber «resbalado»
hacia el Oeste.
Una observación más
minuciosa mostrará que todos los astros, incluida la Luna, describen círculos
concéntricos más o menos grandes alrededor de un punto invisible que los
astrónomos denominan «polo celeste», cuya posición actual está marcada, más o
menos, por la Estrella Polar. El Sol, la Luna, los planetas y las estrellas
salen por el Este (por oriente) y se ponen por el Oeste (u occidente).
Si se mira ahora hacia
el Norte, se observará el mismo movimiento y se comprobará que muchas estrellas
giran alrededor de la Estrella Polar a poca distancia de ella, pero que no
salen ni se ponen porque nunca llegan a «alcanzar» el horizonte. ¿Por qué
realizan las estrellas este recorrido sobre el horizonte? Pues simplemente
porque nuestra posición se sitúa a medio camino entre el ecuador y el polo
Norte, como sucede en países como Francia, Suiza, Alemania y, en general, toda
Europa (regiones situadas alrededor de 45° de latitud norte, entre 35 y 55°).
Si estuviéramos en el
polo Norte, tendríamos la impresión de que las estrellas describen unos
círculos paralelos al horizonte, y de que la Estrella Polar se encuentra en el
cenit.
Es mi palabra,
Andy Darío Villar
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