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lunes, 8 de diciembre de 2025

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL GENERATIVA Y EL TRABAJO MASÓNICO: ÉTICA, CONCIENCIA Y AUTENTICIDAD EN LA ERA DE CHATGPT

 


En el umbral del siglo XXI, la humanidad asiste a un fenómeno tan trascendente como el descubrimiento del fuego o la imprenta: el surgimiento de la inteligencia artificial generativa. En esta nueva era, la palabra —símbolo y herramienta sagrada para el masón— ya no solo nace del pensamiento humano, sino también de un entramado algorítmico capaz de imitar la razón, la emoción y la creatividad. Frente a esta revolución silenciosa, la Masonería, como escuela de sabiduría y conciencia, se ve convocada a un examen interior: ¿Cómo armonizar las luces de la inteligencia artificial con las luces del templo interior?

No se trata de una pregunta técnica, sino ontológica. Desde sus orígenes, la Orden ha buscado formar hombres y mujeres libres, capaces de discernir entre la piedra bruta y la piedra cúbica, entre la apariencia y la verdad. En ese sentido, ChatGPT y otras inteligencias artificiales son nuevas herramientas del taller, pero no sustitutos del trabajo iniciático. Como enseña Oswald Wirth, “el trabajo masónico es esencialmente una obra interior; lo que se construye fuera solo refleja el grado de perfección alcanzado dentro” (El Libro del Aprendiz, 1910).

De acuerdo con el Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Jurisdicción Sur de los Estados Unidos, “es nuestro deber anteponer la curiosidad responsable a las convenientes sospechas conspirativas en todas las cosas, y esto incluye la inteligencia artificial” (La Inteligencia Artificial: Una mirada a la IA generativa como herramienta para su Valle, 2023). Esta afirmación encarna un principio masónico fundamental: la verdad no teme al conocimiento, sino al uso irresponsable de la luz.

Así, el debate no debe centrarse en si un masón puede usar la inteligencia artificial, sino en cómo y para qué la usa; la herramienta, por sí misma, es neutra, es el operador quien le confiere valor moral. En el plano ético, como recordaba Kant, la acción no se juzga por su eficacia, sino por la pureza de su intención. La inteligencia artificial puede, por tanto, ser instrumento de iluminación o de profanación, dependiendo de si el hermano la emplea para elevar su comprensión o para eludir su trabajo interior.

El Pennsylvania Masons Magazine advertía recientemente que “toda implementación de IA debe realizarse de tal manera que sostenga los principios masónicos de honestidad, integridad y búsqueda de la verdad” (2024). Esta declaración institucional condensa lo que podríamos llamar la deontología digital del masón contemporáneo. Quien recurre a ChatGPT o a cualquier inteligencia artificial para elaborar una plancha, debe hacerlo como quien usa el compás o el cincel: con respeto, conciencia y responsabilidad.

Sin embargo, el riesgo está latente: delegar la labor reflexiva al algoritmo y confundir la sabiduría con la información. El pensamiento masónico no se produce por acumulación de datos, sino por el acto de meditar sobre los símbolos. W.L. Wilmshurst lo expresó con claridad: “El verdadero templo del masón se construye en la mente y en el corazón; ningún otro edificio puede contener la luz de la iniciación” (El Significado de la Masonería, 1922). Por ello, el texto masónico generado sin conciencia interior es una obra vacía, una fachada de sabiduría sin cimiento espiritual.

Aun así, negar la utilidad de la inteligencia artificial sería un acto de oscurantismo. The Square Magazine, en su edición de 2025, afirmaba: “Los masones están en una posición única para abrazar la rápida evolución de la inteligencia artificial” (G. Boussoutas-Thanassoulas, El masón del siglo XXI y la inteligencia artificial). Esa posición privilegiada deriva del método masónico mismo, basado en la autorregulación ética, la búsqueda de la verdad y el perfeccionamiento constante. En lugar de temer a la herramienta, la Masonería puede enseñarle al mundo a usar la tecnología con alma y discernimiento, con equilibrio entre la razón y el espíritu.

La Gran Logia de Arizona experimentó en 2023 con textos generados por ChatGPT en su revista Arizona Masonry, reconociendo abiertamente el uso de la IA para fines educativos. Este gesto de transparencia es éticamente ejemplar: el uso de la inteligencia artificial no se oculta ni se disfraza de erudición, sino que se presenta como apoyo pedagógico. Allí reside la frontera moral: no apropiarse de lo que no es propio, sino transformar la información en sabiduría mediante la vivencia iniciática.

Desde una mirada filosófica, la inteligencia artificial puede ser comprendida como un nuevo “espejo de la conciencia humana”. Al dialogar con ChatGPT, el masón no conversa con una mente, sino con el reflejo estructurado de su propio pensamiento colectivo. Cada respuesta devuelta por el algoritmo revela, en última instancia, la suma del conocimiento humano que lo alimenta, pero también su vacío espiritual. Esta tensión entre la luz racional y la ausencia de espíritu interpela al masón contemporáneo: ¿Qué significa hoy “conocer” si la palabra ya no requiere experiencia?

The Square Magazine sintetiza esta cuestión ética cuando afirma: “El masón está llamado a ser un ciudadano digital ético… El objetivo no es rechazar la tecnología, sino convertirse en guardián de la libertad interior —un faro del discernimiento” (El Masón como ciudadano ético en la era del algoritmo, 2024). En esta frase resuena la esencia del ideal masónico moderno: el masón no huye del mundo, lo ilumina. No teme a la herramienta, pero tampoco se subordina a ella.

En esta nueva era, el mandamiento iniciático “Conócete a ti mismo” adquiere una nueva dimensión. Usar la inteligencia artificial exige un conocimiento profundo de sus límites, de sus sesgos y de su poder. Como en el mito de Prometeo, el fuego robado a los dioses puede iluminar o consumir. Por eso, la ética masónica debe situarse hoy en la frontera entre la creación y la conciencia, entre la razón y la responsabilidad.

La Masonería, fiel a su vocación de formar constructores de sentido, está llamada a ser guardiana del uso ético de la inteligencia artificial. No se trata de competir con la máquina, sino de preservar la humanidad que nos distingue. Tal como lo expresó Hegel, “la conciencia se eleva en la medida en que se enfrenta a aquello que la niega” (Fenomenología del Espíritu, 1807). Enfrentar la inteligencia artificial no es combatirla, sino integrarla en el proceso dialéctico de nuestra evolución moral y espiritual.

El futuro de la Masonería no radica en la resistencia al cambio, sino en la fidelidad a sus principios dentro del cambio. Si la inteligencia artificial puede ayudarnos a ordenar ideas, a enriquecer el lenguaje o a explorar nuevos horizontes de conocimiento, entonces será una aliada del Gran Arquitecto, no un adversario. Pero si sustituye la introspección por la apariencia, o la vivencia simbólica por la comodidad intelectual, se convertirá en un nuevo velo sobre la verdad.

Por ello, el uso de ChatGPT para la elaboración de planchas masónicas puede ser éticamente legítimo si y solo si responde a una intención de crecimiento, de búsqueda, de autenticidad. El hermano debe transformar cada palabra que recibe en experiencia vivida; debe reconstruir el texto con su propia luz interior. Como recordaba Jules Boucher, “el símbolo no revela su secreto a quien lo estudia desde fuera; solo se abre a quien lo vive” (La Simbología Masónica, 1948).

Así, el verdadero desafío no es tecnológico, sino espiritual: mantener la centralidad del trabajo interior en una era de pensamiento asistido. En última instancia, la inteligencia artificial puede ayudarnos a escribir, pero nunca podrá iniciarnos. Puede ofrecer respuestas, pero no nos otorgará conciencia. La palabra puede ser generada por un algoritmo, pero solo el corazón humano puede dotarla de sentido trascendente.

En esta encrucijada, los masones del siglo XXI debemos recordar que el templo se construye con piedra viva, no con líneas de código. La IA puede ser un nuevo cincel; el alma sigue siendo la mano que lo guía.

 

Referencias bibliográficas

Boussoutas-Thanassoulas, G. (2025). El masón del siglo XXI y la inteligencia artificial. The Square Magazine.

Gran Logia de California. (2023). Una conversación con ChatGPT sobre la masonería. California Freemason.

Gran Logia de Pennsylvania. (2024). Inteligencia artificial: riesgos y recompensas. Pennsylvania Masons Magazine.

Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Jurisdicción Sur de los Estados Unidos (33°). (2023). La inteligencia artificial: una mirada a la “IA generativa” como herramienta para su Valle. Washington D.C.

The Square Magazine. (2024). El masón como ciudadano ético en la era del algoritmo.

Gran Logia de Arizona. (2023). Inteligencia artificial y masonería – Reflexiones y experimentos. Arizona Masonry.

Wirth, O. (1910). El libro del aprendiz. París: Doin.

Wilmshurst, W. L. (1922). El significado de la masonería. Londres: Rider & Co.

Boucher, J. (1948). La simbología masónica. París: Dervy.

Hegel, G. W. F. (1807). Fenomenología del espíritu. Leipzig: Felix Meiner.


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